
No es una novedad, es una idea de Nicholas Kaldor en 1955. El modelo actual de IRPF grava los ingresos de los ciudadanos (sueldos, beneficios, intereses, dividendos, etcétera) y Kaldor propuso que gravase el gasto efectuado por los contribuyentes, de este modo, lo que un contribuyente ahorra o invierte quedaría exento. Era un intento de gravar el consumo ostentoso y favorecer el ahorro e inversión productiva.
Revisemos los posibles beneficios de este sistema impositivo. Incentivación del ahorro y la inversión: los impuestos sobre la renta penalizan el ahorro porque el ingreso ahorrado sufre una doble imposición al generarse y al obtener rendimientos. El impuesto al gasto evita ese problema al gravar sólo cuando el dinero se usa para consumir. Progresividad más justa: quien más gasta más paga y queda optativo utilizar tipos progresivos, Kaldor lo diseñó con progresividad pero ahora ya estamos con impuestos progresivos lo gastemos o no. Los niveles más altos de gasto soportarían mayor carga. Este sistema resolvería la curiosidad de esos ciudadanos que con unos ingresos aparentemente normales por su profesión, tienen un nivel de gasto que no les corresponde. Seguro que ustedes conocen a gente así y han pensado que de dónde sacarán el dinero para ese nivel de gasto. Simplicidad de su mecánica: en este sistema original de 1955, Kaldor pensó que debería ser así, el ingreso se seguiría declarando, pero se deducen los incrementos de ahorro, añadiendo reducciones de ahorro o endeudamiento. La base imponible sería igual al ingreso menos el ahorro neto cuya resultado sería el gasto. Pero ahora que estamos en las puertas del uso del euro digital, la operativa de esta forma impositiva quedaría todavía más simplificada al poder seguir el gasto de cada contribuyente en la economía, al igual que los ingresos. Dentro de pocos años, podemos estar hablando de 3 ó 4 años en la Unión Europea y también en los países más desarrollados.
Las críticas que se le suele hacer al sistema de Kaldor son su potencial regresividad, puesto que las rentas bajas y medias acaban gastando toda su renta sin posibilidad de ahorro y las rentas altas pueden diferir su gasto tras el ahorro o inversión; la evasión fiscal mediante el consumo en especie, gastos en el exterior uso de sociedades interpuestas, etcétera. También se argumentaba que podría frenar la demanda agregada, especialmente en economías que dependen del consumo interno. En el caso de la posible regresividad, se puede diseñar para que el consumo básico no tribute y tipos progresivos altos, así como una clasificación de los gastos afectos que serían todos los correspondientes al consumo inmediato (comida, transporte…) y también los bienes duraderos (vivienda, automóviles, yates…). Si compras un piso y luego lo vendes, la diferencia se considera ahorro. El sistema se ajusta así: gastas cuando compras, ahorras cuando vendes.
Los expertos tributarios ya estructurarían según la técnica todo el sistema tributario, por ejemplo, podrían tratar de forma diferente con un tipo de gravamen más alto para los bienes de lujo y, para los gastos de educación, sanidad, planes de pensiones privados, etcétera , que tendrían una consideración diferente. Las inversiones en acciones, bonos, depósitos, etcétera, no se consideran gasto sino ahorro. Cuando las vendieras y las emplearas en -por ejemplo- compra de un coche, se consideraría gasto.
El tratamiento de la redención de deudas sería de la siguiente forma: la amortización de deuda se considera ahorro y solicitar un préstamo y gastarlo sería un gasto.
Entonces, ¿es mejor un impuesto personal por renta o por gasto? El IRPF grava tanto consumo como ahorro (incluidos intereses y dividendos. En el impuesto al gasto, el ahorro se libera de tributación, esto favorece a quienes pueden ahorrar, que suelen ser rentas medias-altas, pero el Estado puede redistribuir esa ventaja hacia las rentas bajas con exenciones, devoluciones o transferencias. El euro digital puede automatizar el impuesto al gasto de tal forma que sea automática la declaración.
Para que el ahorro no tienda al atesoramiento, el euro digital y las políticas económicas, podrían hacer tender a ese dinero inactivo hacia la inversión, permitiendo alinear a Kaldor (postkeynesiano) y los fundamentos de Keynes respecto el ahorro e inversión.
Espero que los lectores tributarios del post ya se hayan preguntado qué hay del IVA. No quiero extender más el post, pero -en parte, al menos- el impuesto del IVA al consumo podría ser sustituido aprovechando que con el euro digital no se va a escapar nadie y que el IVA es un impuesto regresivo y el impuesto del gasto es progresivo, pero con mínimos exentos.
Se han hecho pequeñas implementaciones del sistema en algunos países como India, Ceilán/Sri Lanka en en siglo pasado, el estado del desarrollo de la informática y las comunicaciones no permitían su implantación fácil en el pasado, cosa que ahora sí. Algunos economistas lo relacionan con ideas modernas de impuestos al consumo progresivo, como el cash-flow tax o incluso variantes del IVA progresivo.
No soy un experto tributario, pero creo que brinda muchas posibilidades para mantener a la economía en movimiento y de forma más justa.
