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El sistema de precios y las señales de precios: ese milagro diario que los austriacos adoran

La teoría de juegos como verdadera teoría del orden espontáneo

Este es uno de esos fenómenos del mercado (en realidad de los millones decisores que de forma desconectada logran coordinarse para cubrir todos los segmentos y micro segmentos del mercado) que los fanáticos de la mano invisible (yo creo que Adam Smith no se auto incluiría entre ellos,) todo lo aprecia como si fuera el milagro de la licuefacción de San Genaro, ese fenómeno que ocurre en la Catedral de Nápoles cada tres años. Por eso a los seguidores de Mises y Hayek les gusta hablar del sistema de precios y de las señales de precios como si fuera el cayado que se le entregó a Moisés en el monte Horeb o como si viéramos brotar el agua en el desierto de Judea al tocar una roca con el cayado. No, no es un milagro, es simplemente, Teoría de juegos. Pero es más viral si se habla de fenómeno o de milagro diario de la mano invisible, de proceso espontáneo de mercado como si fuera por un extraño atractor.

Aclaremos la cuestión antes de seguir profundizando. El llamado sistema de precios, sirve para determinar los precios relativos en el mercado. Son la comunicación informal que los precios emiten como faros en la costa, advirtiendo a los agentes del mercado si ese mercado está saturado o queda sitio; de si ese hueco es para un producto de calidad y alto precio o, para un bien de calidad media y precio de volumen; si en un nicho está permitiendo altos márgenes o bajos, si se vende mucho o poco, de si hay que afinar el coste para no perder dinero con facilidad. La comunicación más simple es que si una cosa es cara será -probablemente- buena y viceversa. También nos habla de las cantidades, ya que precios y cantidades es un binomio indisoluble que se decide a la par en ese proceso clave.

Las señales de precios que ayudan a decidir y tomar posicionamiento para formar la trama del sistema de precios, que nos lleva a disponer de una amplia gama y surtido de productos y servicios, con diversidad de calidades y precios. Esto es cierto, no es una falacia como otras historias austriacas, pero no es un milagro, no es un fenómeno del mercado, no es una serendipia fruto del alineamiento de los planetas, es, simplemente, como ya he dicho, Teoría de juegos. Por otra parte, no es un sistema que te llama a casa o al móvil y te dice: «Rafael, apuesta en la sexta carrera por el caballo Ponderoso» como en una carrera amañada; son pistas, sutiles señales de los comportamientos de los corredores de una carrera de 5.000 metros que pueden ser reales o fingidas o apreciadas por ti erróneamente y que te pueden llevar al desastre o a conseguir una parte del pastel o una pequeña parte pero rentable. Las señales del mercado de la vivienda te están diciendo a grito pelado: «Construye que se compra todo y a precios increíblemente altos y márgenes del boom del ladrillo» y, sin embargo, casi nadie construye. Sí, sí, habrán más causas, pero casi nadie construye a pesar de las señales y el sistema de precios. Todo esto contado por algunos artistas austriacos del escenario y te lo pueden hacer creer todo, pero no, es sólo Teoría de juegos, no hay milagro ni yendo a Suiza a una reunión de la Sociedad Mont Pèlerin de «gorra».

Tantas veces lo he dicho ya, que ahora me veo obligado a hablar un poco sobre de la Teoría de juegos en el sistema de precios (con una solución particular, el equilibrio de Nash no cooperativo). Cada agente elige su estrategia teniendo en cuenta las posibles respuestas de los demás, se trata de anticipar comportamientos (compras, ventas, precios, márgenes…). Las conclusiones no son del mercado en sí mismo y menos todavía de forma centralizada (eso sólo pasaba en la URSS y centralizado desde Praga), sino que la interacción de todos los agentes -de tal forma- que se equilibra el juego.

Los jugadores usan señales para coordinarse. En el mercado, las señales que emiten los precios deben fraguar en los precios relativos con la que se va entretejiendo la trama del sistema de precios. No es una cooperación explícita, pero sí un mecanismo que reduce la incertidumbre permitiendo que las estrategias de los agentes encajen en el conjunto total.

Entonces, ¿los austriacos no saben esto? Claro que lo saben, pero les gustan más las historias, las metáforas y la batalla cultural come-cocos. Los mercados están llenos de información incompleta, de expectativas que cambian cada doce horas y también hay normas, dinero finito y compromisos de varios tipos. Por eso los austriacos prefieren hablar del Orden espontáneo que de un juego, además, se rompería la magia, el alineamiento planetario y el milagro de todos los días a la hora que abren las tiendas, para que en el mercado haya de todo, con todas las calidades y todos los precios.

La coordinación de millones de decisiones en el mercado opera, esencialmente, como un juego. Se trata de un juego repetido y descentralizado, donde los precios son el mecanismo clave de señalización. Sin embargo, la magnitud de la economía lo eleva a la categoría de mega-juego, con una población de millones de participantes y un marco de reglas (legales, sociales y económicas) que son más ambiguas y dinámicas. ¿Suena a equilibrio general?

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