Déficit fiscal, Deuda pública, Emisión monetaria, Endeudamiento, Gasto Fiscal, Inflación- Deflación, Política económica, Política fiscal, Política monetaria, Sistema Monetario

Volver al patrón oro ahora es como volver a la máquina de vapor

Cada vez que se vislumbra una crisis o sube la inflación, el déficit o la deuda, se escuchan voces que hablan de la conveniencia de implantar de nuevo el patrón oro. Todo el mundo sabe que -hoy en día- no es viable en absoluto por varios motivos, el principal es que las economías actuales no pueden depender de esa limitación para la dimensión del PIB que tienen. Por otra parte, el patrón oro tiene problemas, en especialmente su baja vendibilidad espacial (dificultad de movimientos y de ser almacenado con seguridad), que fue la causa principal de su abandono aliada con la falta de recursos expansivos en ciertos momentos porque sigue siendo un bien escaso que en caso de necesitar urgentemente su expansión es muy complicado. Su alternativa, un patrón dólar-oro, por ejemplo, tampoco fue la solución. Pero no fue el único problema que tenía el patrón oro, a lo largo de la historia se han utilizado diferentes recursos para vulnerar precisamente su gran valor que es un bajo ratio stock del metal/flujo de logro. Por si faltaba algo, ha habido diferentes patrones oro. En los momentos de las monedas de oro y plata, las de igual valor pesaban diferente saliendo de la misma ceca, aunque los ciudadanos las usaban indistintamente (¿Cómo un dinero fiduciario por confianza o fiat por obligación del Estado?); las unidades de peso variaban según el territorio (la libra, por ejemplo) y el tiempo, aunque se llamaran igual; al subir el precio de los metales, algunas de ellas tenían un valor menor que el de los componentes de la aleación; se reacuñaron monedas con valor doble del que tenían anteriormente, sin olvidar que los comerciantes de una nación se llevaban moneda a la suya porque era de más pureza que la suya y podían producir más moneda que el valor pagado; se golpeaban las monedas ya acuñadas para romper trozos que se utilizaban para acuñar más monedas, de ahí que se marcarán y acuñaran los cantos de la monedas y algunas partes más como la gráfila o el listel y así llamar la atención sobre esas monedas quebradas. Por último, cuando se aplicaba el patrón oro con papel moneda (patrón dólar-oro), se emitían más que los que el oro permitía, así que lo de que el patrón oro no permite el abuso emisor es una leyenda libertaria. Sin olvidar que cuando se utilizaba el oro con notas de crédito sobre él, se acabó eliminando la convertibilidad o incautando el oro privado en varias ocasiones. El patrón oro ha sido de todo menos querido por los gobernantes, al menos de facto.

En 1971, cuando Nixon anunció que los EE.UU. abandonaban el patrón oro, tenía seis veces la cantidad de dólares soportado por el oro que disponía. Durante los periodos de guerras, los estados siempre han abusado del principal valor del patrón oro. Respecto a los periodos de acuñación de monedas de oro y plata bajo diferentes aleaciones y porcentajes de pureza, se envilecían las monedas sin ningún tipo de reparo, hasta Enrique VII bañó bronce en plata para producir dinero barato y así ampliar la oferta.

Los cambios tecnológicos siempre han incorporado cambios en el dinero: los avances en la extracción de metales y otros recursos (metalismo); el avance de la metalurgia (acuñación); la aparición del papel (papel moneda); el desarrollo de la electrónica y la informática (dinero electrónico)… Abrieron nuevas etapas y con la evolución de la digitalización se están presentando ante nuestra puerta las CBDCs, las criptomonedas, stablecoins y Bitcoin como estandarte de una posible alternativa al dinero digital oficial. Muchos autores y expertos apoyan al Bitcoin con el nuevo patrón oro, que vendría a ser algo así como el sistema monetario que existía sobre las piedras Ray.

El patrón oro ya fue un grave error interesado en 1944 en los Acuerdos de Bretton Woods. John Maynard Keynes -representante del Reino Unido en aquellas reuniones- ya apuntó que no tenía ningún sentido y que si además se establecía la equivalencia dólar-oro, era una situación terriblemente beneficiosa para los EE.UU. y una catástrofe para el resto de firmantes. Más tarde se demostró el error y no le salió bien ni siquiera al promotor, sobre todo al solicitar el general De Gaulle la conversión de los muchos dólares que poseía Francia en oro. Fue el principio del finiquito del patrón oro.

El patrón oro es una reliquia del pasado que ya no puede ser utilizado, precisamente por lo limitado de sus existencias y cada vez más compleja y cara extracción. Basta imaginar lo que hubiera pasado en nuevos momentos de crisis financieras o pandemias con el patrón oro, se lo hubieran saltado a la torera. Los que esperan la vuelta del patrón oro deben informarse porque la espera se les puede hacer muy, muy larga.

Los que que originan la opinión de la vuelta al patrón oro (no los que la repiten como un mantra que no conocen sus fundamentos) o los que lo hacen pidiendo el patrón Bitcoin, lo hacen así porque saldrían beneficiados de esa implantación. Los que no tenemos ni oro -o lo que lo mismo, mucho dinero actual- ni bitcoins, no seamos tontos y no les hagamos el juego creyendo que ellos son de los nuestros. No es así, son de los suyos.

El dinero fiat -con sus peligros y defectos si se gestiona mal- permite implantar nuevos sistemas monetarios digitales y, al final, la oferta monetaria depende de los humanos y su comportamiento, no del bajo ratio de las existencias de oro/flujo de nuevo oro. Eso ya se sabe…

Por si faltaba alguna prueba de su inviabilidad, según la cantidad de moneda emitida y el oro disponible, para la vuelta al patrón oro, la onza del preciado metal que ahora vale 3.680$ debería llegar a un precio superior a los 50.000 dólares por onza troy, posiblemente llegaría hasta los 85,000$ por onza, para poder cubrir toda la deuda y la liquidez global.

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