
Para recordar la ley de Giffen -que da también su nombre a ciertos productos inferiores- comentaré que se trata -conjuntamente con los productos Veblen- de las pocas excepciones que existen a las reglas de oro de la oferta y la demanda respecto al precio, ya saben: si sube el precio se consume menos y si baja aumenta el consumo. Con los productos Veblen y Giffen, está lógica se rompe y los compradores deciden -por diversas circunstancias- al contrario que la regla general de las tijeras de Marshall. Por citar un ejemplo de producto Giffen, para personas sin recursos, si sube el precio del pan se consume más porque ya no queda dinero para otros productos -más caros- que lo acompañen como podrían ser los fiambres, por lo que se prefiere comprar más del producto inferior porque aunque ha subido es más barato que otros. Sólo aclarar que los bienes Veblen son aquellos que siendo productos superiores se venden más cuanto más precio más alto tienen y eso es debido a que se vuelven más exclusivos. Un Rolex de oro, por ejemplo.
Por la observación en mis paseos por la ciudad, veo una inmensa cantidad de fincas y viviendas en obras, es decir, a la vista de que no van a poder adquirir una nueva vivienda aunque sea de la dimensión de la actual, optan por reformarse la vivienda y, en muchas fincas deciden reformar el zaguán con el mismo objetivo y causa, aunque las reformas se han puesto por las nubes como si todos los ofertantes fueran descendientes de Gaudí. En la actualidad, hay viviendas que le costaron al propietario diez millones de pesetas en su momento y que ahora les pagan trescientos mil o más por su piso, pero, ¿qué harían con ese dinero? Comprarse una vivienda con los mismos metros cuadrados no, excepto que añadan como mínimo ciento cincuenta mil euros más. Así que mejoran la vivienda con baños y cocina nueva, cambian algún mueble y les parece que han cambiado de piso y la finca se quita años con el zaguán más estiloso.
Lo mismo pasa con los que solían salir a cenar los fines de semana y no lo pueden hacer ya si no están dispuestos a ir a bares de tapas o establecimientos de bajo precio y con esperas. Muchos consumidores han optado por los desayunos, almuerzos ilustrados o cerveza y aperitivo a mediodía, con lo que no salen a cenar pero desayunan o almuerzan a tutiplén con la familia o amigos. Es un pequeño lujo permitido porque el precio ha subido, pero es menor que una cena y puede ser más frecuente.
Esto es lo que hace que algunos opinen que la economía va como un cohete porque las cafeterías y bares de almuerzos están llenos a ciertas horas y se paguen cantidades impensables hace años por un almuerzo que pueden llegar hasta los 15 ó 20 euros, cuando el mismo consumo costaba 5 ó 6 euros hace unos años. No, no estamos mejor porque las cafeterías estén llenas por la mañana y a mediodía, es que han sustituido un coste mayor por tres consumos menores. Basta comprobar que muchos restaurantes no abren hasta el viernes por la noche porque las cuatro primeras noches de la semana hay pocos clientes y, claro, tienen que subir los precios para compensar, los que provoca inflación de segunda ronda.
Este cambio de hábitos debido al alza de los precios hace que productos inferiores que aumentan el precio sean más consumidos, contrariamente a lo lógica económica clásica. Me parece que en los próximos tiempos vamos a ver varios comportamientos de este tipo. En el año que estuve viviendo en Inglaterra vi como en algunos pubs se pedían tónicas y alguien sacaba una botella de Bombay Sapphire u otra marca de calidad y repartía para todos para componer el gin and tonic. De este modo, al rato, se pedían otra tónica y la persona que portaba la botella azul de esa ginebra, volvía a componer la mezcla y de forma más dadivosa que el profesional del pub que utilizaba la medida como si su vida dependiera de la exactitud de los componentes de la mezcla. Habría subido la tónica… Por cierto, todas las botellas de tónica son de esas pequeñas que todos juegan a su beneficio.