
El sistema arancelario tiene muchos matices y en este momento conviene recordarlos para no engañarse o, lo que es peor, que te engañen. ¿Habrá un producto con más aranceles e impuestos que los derivados del petróleo (gasolina, diésel, queroseno, etcétera, comprados en el exterior? Claramente no. ¿Se trata de que no se importen? No creo, porque se necesitan si no puedes autoabastecerte. Lo que quieren es cobrarte impuestos fundamentalmente (recuerden los famosos y numerosos casos de fraude del IVA en la importación de combustible, especialmente diésel) porque saben que lo vas a consumir. Al final, la consecuencia primera es que subirán los precios de muchos productos cotidianos y el Estado que imponga aranceles aumentará los ingresos y, sólo una parte de las importaciones disminuirán y será así porque el producto en cuestión tiene sustitutos locales a mejor precio. Ya podemos afirmar que poner aranceles -en la actualidad- genera inflación en el país que los fija porque ese coste se trasladará a los precios. Hay una falsa creencia de cuál es la operativa real del pago de los aranceles, ya que se dan varias posibilidades: El exportador reduce su precio, el importador absorbe parte de los aranceles o el consumidor paga precios más altos.
Estados Unidos no produce aceite ni café, ¿puede esperar a que las empresas comercializadoras -en origen- de ambos productos alimentarios estén dispuestos a pagar los aranceles? No parece, los americanos beben café continuamente y usan el aceite en su dieta cada vez con más intensidad y no van a renunciar a esos dos placeres, pero lo pagarán más caro, porque los importadores americanos quieren seguir haciendo negocio con ambos productos porque hay demanda y eso les hará pagar el arancel si el margen sigue siendo interesantes aunque sea menor.

El pueblo americano está acostumbrado a pagar precios elevados, pero eso exige que la economía marche bien. Si no es así, el gobierno sufrirá y mucho. No cabe ninguna duda que hay una inflación arancelaria y queda la duda de si tendrá un único salto y se quedará ahí o si seguirán subiendo los precios posteriormente, según se vayan incorporando a precios los aranceles. Con los aranceles recíprocos, Trump parece plantear un juego a las contrapartes a bajar sus aranceles, también da pie a la propuesta de la UE: cero aranceles por las dos partes, el 0 por 0, como expresión de del juego. Habrá que ver el final de la partida y si sólo pretende reducir o eliminar el déficit comercial.
Si los exportadores españoles no encuentran comercializadores en USA, esos productos se quedarán en casa y los precios se ajustarán a la baja, al menos en cierto grado. Lo de asumir el arancel bajando los precios ya no se lleva y los mercados locales irán asumiendo producto, lo que plantea la duda si convienen las exportaciones a nivel país y si sólo le interesa a los exportadores si la situación les permite más margen que en casa. Muchos economistas heterodoxos así lo afirman, es como formar a los jóvenes para que luego se vayan a trabajar al extranjero, un chollo para los países receptores: ¡El dinero que se han ahorrado!
Si el dólar tiene una reducción como moneda de pagos internacionales, las consecuencias pueden ser muy importantes como un privilegio único como: poder pagar importaciones, deuda y guerras emitiendo su propia moneda. Esto es lo que De Gaulle llamaba el privilège exorbitant. Si el dólar deja de ser hegemónico en el comercio global, EE. UU. ya no podrá emitir deuda sin consecuencias inflacionarias reales ni financiar sus déficits comerciales eternamente. Fin del chollo. Trump juega con el desfase de la aparición de los efectos que le convienen respecto a los que le perjudican. Esa asincronía es muy arriesgada. China y los países ASEAN tienen mucho que decir.
Una guerra comercial mundial sin dar un solo tiro… Otro post relativo al tema, publicado el pasado lunes.