
Podríamos hablar de la tendencia al ocio, del cambio de modo de pensar, de la salida de trabajadores del mundo laboral por la automatización y la Inteligencia Artificial, de los costes laborales, de todo lo que se quiera, pero la auténtica verdad es que una parte mayoritaria de los trabajadores no encuentran en el trabajo la necesaria compensación como personas. Ya sé que en 1850 era mucho peor, me lo puedo figurar, pero ahora muchas personas en activo sueñan con volver a un agosto sin fin. No negaré que hay trabajos nada enriquecedores, pero hay otros muchos que sí y todos hemos intentando buscar -encontrándolo muchas veces- ese punto que hacía que el lunes no fuera un suplicio.
Jubilaciones anticipadas a mansalva a pesar de los instrumentos del gobierno para seguir, absentismo a raudales, bajas por enfermedad con causas que no figuran en los manuales de anatomía patológica… ¡Qué la gente ha probado lo bueno y no quiere más sucedáneo! No obstante, el ser humano necesita una actividad vital, la que sea. Estoy convencido que muchos trabajos perdidos van a volver y sin creer en las utopías de Carlos, su propuesta de llegar a ser jardinero sin ningún tipo de contrato como jardinero profesional, es decir, porque te apetezca, puede ser una vía de solución. Todos los males de esta sociedad vienen por esa huida masiva y continua de paisanos a las ciudades, ¿por qué querrán las personas malvivir en una ciudad frente a vivir en un pueblo conociendo al resto de vecinos? Aunque a lo mejor es por eso…
Que el futuro pasa por trabajar menos horas es tan claro y evidente que los que hablan que el desastre de Francia viene en parte de ahí es que hablan de las consignas y mantras que les envían por email. Tengo la experiencia personal de haber gestionado proyectos con técnicos contratados cinco horas y otros técnicos contratados ocho horas y, el rendimiento era exactamente el mismo. Esto es lo que dice la Ley de Parkinson: «El trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine! Por lo tanto, excepto esos trabajos que tienen una relación directa con el tiempo (porteros y conserjes, trabajadores con guardias temporales, empleados de atención al cliente o soporte técnico, etcétera), los demás están llegando a las ocho horas sin rendir más que los de cinco horas. Tenemos todavía esa concepción un tanto mecanicista que confunde hombre y mujeres con máquinas enchufadas a la energía eléctrica y que rinden con rendimiento fijado en las especificaciones si están activadas. De todas formas, el proceso de conversión puede ser rápido o más lento y esa velocidad también influirá en el proceso histórico que representará.
Cuando hablo con algún amigo constructor me dicen que no encuentran albañiles y que entre sus empleados, el porcentaje de españoles es ya mínimo. Una empresa me dijo recientemente que no encuentra mecánicos de nivel, que sólo encuentra aprendices de mecánico orientados a hacer lo que se les mande (quita esa capa, abre el motor, mira los amortiguadores… Pero incapaces de practicar un diagnóstico cuando entra un vehículo por sencillo que sea. Lo mismo comentan los directivos de muchos sectores. No sé si es falta de compromiso o si piensan que su vida -como le pasaba a Pedro Picapiedra- comienza cuando sale del trabajo. También veo a jóvenes de 25 ó 26 años que se autoproclaman expertos en ventas, aunque nunca han trabajado en el field. Hay candidatos en la selección de personal que preguntan -en la primera entrevista- si los viernes por la tarde se trabaja o cuántos días de vacaciones tendrían. En la primera página del libro cómo salir seleccionado y no morir en el intento, ya dice que eso no se pregunta en la primera entrevista. Hace quince años, un empleado de almacén envío a un vehículo a una delegación equivocada de comunidad autónoma y no fue un lapsus sino un deficiente conocimiento geográfico en la era de Internet. En fin, no sé, pero algo pasa. Yo me atrevería a decir que ya se educa y forma a la gente para que no trabaje o porque ya no trabajaré en el futuro. Faltaría a la verdad si no comentase que hay excelentes empleados, ávidos de aprender y que -como disfrutan de lo que hacen- las horas no son su criterio. ¡Qué suerte tienen ellos y los que los han contratado! Tal vez si volviésemos a cargar los trabajos de utilidad funcional para que en los trabajos se pudiera fluir al estilo del propuesto por el ya desaparecido Csíkszentmihály y aderezado con un salario mejor, es posible que la motivación hacia el trabajo aumentase.
Estoy seguro o eso quiero pensar que en la Comisión Europea y demás países punteros, saben lo que viene y ya están manos a la obra de lo que hay que hacer, aunque a veces creo que sólo es China quien los sabe, por eso montan fábricas con cero empleados en planta y más de 100.000 ingenieros que mejoran los procesos diariamente (no, no se me ha escapado ningún cero, he dicho 100.000 ingenieros. Por ejemplo en BYD). Jeremy Rifkin ha escrito mucho sobre el tema, pero querer vender libros y la ideología -con frecuencia- impiden que se les hago más caso.
La reducción de jornada es impepinable nos pongamos como nos pongamos, el cambio -de verdad y de forma definitiva- de la formación profesional sigue sin llegar y es dónde más demanda hay y, por último, los que saben lo que viene, ¿no nos podrían contar un poquito, que tenemos hijos que encauzar?
Para finalizar, conectar esta situación futura a corto-medio plazo con la cuestión monetaria. Habrá que saber de qué vamos a gastar para que otros fabriquen sin personas o con muy pocas. Hay grandes peligros que tenemos que ir planteando para evitar que lleguen a existir. Si no se quiere que el Estado intervenga quién será el nuevo intervencionista, miremos bien que podemos ir a peor. Lo digo por ti y los tuyos, Murray.
Se ha determinado que vivir es lo que se hace fuera del trabajo, es posible que cierta parte de razón se tenga, como no me ge criado en esa creencia me cuesta de ver. No obstante, para la salud del humano, se necesita una actividad productiva -tal vez la que uno prefiera, sí-, pero si se sabe ocupar el tiempo en algo satisfactorio entremos en otro nivel de problemas.