El Congreso de los diputados, máxima expresión de la voluntad popular, no tiene -en su inmensa mayoría de componentes- ni puñetera idea de economía. Esto es un gravísimo problema ya que, aunque voten lo que diga el jefe del grupo parlamentario, es necesario que los parlamentarios sean especialistas en la economía y en el mundo laboral. Tener 350 diputados que siguen la indicaciones de los partidos está matando a la democracia y empobreciéndola, pero la economía no permite la opiniones políticas ideológicas en sus aspectos técnicos, ya tendrá su momento para sesgar el objetivo pero que obedecerá a los principios y técnicas económicas. Lo mismo que he comentado para el Congreso vale para el Senado, la economía no puede ser determinada desde el punto de vista legislativo por aficionados, aunque la realidad es que no son ni tan siquiera aficionados a estos temas. Son necesarios economistas experimentados o de otras procedencias pero con una importante práctica en la cuestión de la política monetaria y fiscal, industrial, innovación, de gestión, laboral, retributivas, etcétera. También los sindicalistas deben formar parte de esta tercera cámara, así como las patronales, empresarios de forma individual, autónomos, empleados y funcionarios no representados por los anteriores, pero los expertos económicos es clave. Con estos componentes se conseguiría un diálogo orientado y de expertos sobre los temas que -hoy por hoy- forman el bienestar de la sociedad. Lo que está claro es que sobran diputados del montón y falta debate de nivel.
¿Cuáles serían los contenidos de la tercera cámara económica-laboral? Pues la determinación de los objetivos económicos y laborales de la nación; los instrumentos para el combate de temas como la inflación, el desempleo, la financiación con el BCE, los salarios, los impuestos, las medidas de protección, el desarrollo económico, el fomento del emprendimiento, la formación laboral, los sectores más importantes de nuestra economía, las relaciones económico-laborales con la UE/BCE, las cuestiones económicas internacionales, balanza comercial, medidas de la coyuntura económica, las instituciones independientes de seguimiento fiscal y algunas más. No tiene ningún sentido que las decisiones económicas y laborales se tomen por diputados que no tienen ningún conocimiento al respecto y ni siquiera han trabajado nunca fuera de la política. Claro que las decisiones se toman en otra instancia, pero si no se pueden debatir por expertos, ya sobra todo. Recuerdo cuando -hace años- el ex ministro Solchaga disfrutaba introduciendo en sus debates con ministro Abril Martorell conceptos económicos que le constaba que el vicepresidente no dominaba como abogado. Allí los responsables económicos del gobierno de turno debatirían sus decisiones con expertos en economía, empresa, laboral, afectados directamente por las medidas adoptadas, etcétera, en lugar de los debates de bajo nivel que vemos ahora.
En esa tercera cámara económica se debatirían las cuestiones que más benefician o perjudican la vida diaria de los ciudadanos y entenderíamos mejor los conceptos básicos y cómo nos afectan. Los debates actuales son mucho peores que los que hemos disfrutado en los inicios de esta época de la democracia española y años siguientes. Necesitamos diputados destacables ya sea por sus conocimientos y/o experiencia en el ámbito económico, empresarial y laboral y sobran demagogos y personas sin experiencia profesional ni como becario.
Esto de darle un voto a un partido y que no rinda cuentas hasta las próximas elecciones se tiene que acabar, así se acabaría con los paracaidistas y los elegidos por las cúpulas de los partidos saltándose el trabajo de campo previo en la comunidad autónoma correspondiente. El voto para el que se lo trabaja y merece.
