
Según van pasando los años económicos nos vamos dando cuenta que la Teoría económica no explica casi nada de lo que lleva años pontificando, la explicación es muy sencilla, pero se tiene que dejar de ver la puerta del despacho del departamento desde el interior y salir a la calle, a las empresas, a los debates, etcétera y así conocer la realidad de la calle y no sólo de la pizarra: el agente económico, sus acciones e interrelaciones son la base de todo modelo y ya no se comporta como solía, por lo que modelo cae como un castillo de naipes.
Tiene bastante lógica. Los modelos de equilibrio ya no pueden explicar el comportamiento del agente económico en el modelo, aunque siempre queda un cierto espíritu que puede pervivir en las renovaciones de sus pensamientos así como sus objetivos a través de las actualizaciones. El mismo John Maynard Keynes, en la situación que denominó Trampa de la liquidez, ya determinaba un comportamiento divergente a la lógica económica en una situación concreta especificada en varios años de tipos de interés cercanos a cero o negativos respecto a la demanda de dinero. Los humanos cambiamos nuestro comportamiento económico en el tiempo y nos vamos adaptando a las circunstancias. Ya hemos comentado en multitud de ocasiones que el homo es cualquier cosa menos economicus…
Uno de los puntos donde el desfase entre la Teoría económica y la realidad es más grave, es el que se refiere a la inflación (afectando también a la deflación y estanflación, claro). Quiero suponer que nadie querrá discutir que las previsiones de los más altos técnicos y sus resultados no son coincidentes aplicando los remedios de la Teoría económica. Basta con ver cómo la inflación permanece y no conseguimos llevarla al 2%, algo hay que el modelo patina. La lluvia de dinero al mercado con aumentos del 30% tras la pandemia, tampoco generó una inflación de un tanto similar. Al igual que le pasa al clima, la economía está cambiando más rápido que la Teoría económica.

La economía conductual siempre explica mucho mejor las irracionalidades económicas que el individuo tiene y, aunque esta forma de análisis del comportamiento ha ido tomando auge en los últimos veinte o veinticinco años, a lo largo de la historia económica muchos autores han ido explicado ciertos comportamientos atípicos, como por ejemplo, la Ley de Gresham o los productos Giffen y Veblen.
Todos las teorías económicas quieren explicar la acción humana, en el ámbito económico y en escasez, por lo tanto, si nos equivocamos en el planteamiento de su comportamiento no se conseguirá la asignación de recursos óptima y luego pasa lo que pasa. Los elementos básicos de cualquier teoría de la acción humana son: agente económico, medio de operación y principios del comportamiento sistemático (aquí es donde se produce la variabilidad de la conducta humana). Por lo tanto, las teorías económicas deberán estructurarse con ellos, sin éstos, nada se podrá analizar y explicar sobre el modelo.
Mucha gente de cierta edad dice no entender a los más jóvenes, cosa que no es ninguna novedad porque todos lo hemos escuchado o dicho según la edad que nos ha tocado vivir. Pues bueno, esa divergencia en el comportamiento económico, dejará obsoleto en su momento el pensamiento económico mainstream vigente. Para mantener actualizados los conocimientos de la economía, sale a cuenta un buen blog/vlog que un libro impreso, los cambios serán más frecuentes según vaya pasando el tiempo y nada será estático.
A los premios Nobel Daniel Kahneman y Tversky (incluyo a Amos por merecimiento, ya que con seguridad lo tendría si no hubiese fallecido antes de la concesión a su compañero de trabajo Daniel), Richard Thaler, hay que añadir a aquellos que accedieron al premio por el camino de la Teoría de Juegos.
Decía el profesor Ferré Trenzano que las crisis tienen un 50% por causas directas y reales y otro 50% por causas inducidas. Sesgos cognitivos, heurísticas y atajos mentales, estrategias de juegos conscientes o inconscientes se dan cita para determinar los comportamientos humanos y creer que los modelos de la Teoría económica nos los van a explicar es una ilusión. Si fuéramos capaces como ciudadanos de actuar en beneficio del conjunto, acabaría repercutiendo en nuestro propio interés y en el de las empresas, siendo las crisis serían mucho más soportables y más cortas. La estrategia individualista -ante desastres- es la peor que se puede utilizar, aunque el pánico y el instinto de supervivencia es complicado de gestionar. Basta con recordar lo que pasa en los supermercados en momentos de escasez.
No cabe duda que si se educa a la ciudadanía para su comportamiento en tiempos de crisis, las empresas tuvieran un plan de contingencias colaborativo y están dispuestas a cumplirlo y, para finalizar, el Estado puede mover grandes cantidades de recursos (ahora ya sabemos que sí puede), no para planes «E» (obras innecesarias y que no generan PIB y que van a las grandes empresas contratistas y muy poco a la ciudadanía), sino para verdaderos planes transversales que purgan el motor de la economía en sus puntos tractores clave. Obviamente, la estructuración deberá producirse en el marco de análisis de la TMM – MMT.