
En primer lugar, comentar qué es el señoreaje, cuestión que de tanto tenerla delante de los ojos ya no nos damos cuenta de su existencia. Es cierto que cuando no emites tu propia moneda soberana .como es el caso de España-, pierde un tanto su importancia pero sigue activa y por eso nos centraremos en los países miembros de la UE y el BCE. Bien, vayamos a explicar qué es el señoreaje. Una definición formal y actual podría ser: «El señoreaje mide los recursos reales que, en un determinado año, se apropian las Administraciones Públicas mediante la emisión de dinero de alto poder» (Álvaro Anchuelo), pero se requiere una explicación más clara y que incluya al proceso histórico que ha sufrido el señoreaje y que podría ser esta: Es el beneficio que obtenía el emisor monetario -el señor feudal en su origen- por acuñar moneda con un valor intrínseco que era menor que su valor nominal o facial. Si el banco emisor imprime billetes, su valor diferencial respecto al coste de producirlo es bastante alto, pero hoy en día los ingresos por señoreaje provienen de este procedimiento: cuando se inyecta dinero en el mercado -generalmente a través de las entidades de crédito éstas pagan su valor nominal, mediante solicitudes de préstamos al banco central o cediéndole activos. Los comentados préstamos o activos cedidos generan intereses o rendimientos para el banco central, que se denominarán «ingresos por señoreaje». Claramente, el señoreaje es como un impuesto o un sustituto de ellos y que -en el tiempo pasado- ha llegado a representar un porcentaje entre el 0,5 y el 3,6% (este límite superior en 1980-1984) del PIB de España, aunque hace tiempo que va de clara bajada una vez integrados en la UE. La inflación también juega en el proceso y el señoreaje tiene una relación intima con el llamado impuesto inflacionario.
Actualmente, el señoreaje es más complicado que antes y en la UE se llegaron a acuerdos en el reparto de ese esos ingresos, correspondiendo un 8% de todos los ingresos generados por la emisión de los diversos bancos centrales de los países miembros de la UE al BCE. Es cierto que -a pesar de que muchos hablan de la maquinita de imprimir billetes- ésta cada vez se mueve menos, ya que el los últimos lustros la cantidad de dinero en billetes y monedas (M0) es cada vez menor.
En la UE, con miembros con sus propios bancos centrales -aunque dependientes y actuando por delegación del BCE- deben coordinar los movimientos de dinero, sobre todo en el caso de países con un fuerte turismo o exportación cobrada en euros. Me explico mejor, los turistas que vienen a España dejan una gran cantidad de billetes, que el BdE intentará determinar en su globalidad para saber qué cantidad de euros ya no necesita inyectar al mercado porque ya ha sido aumentada su oferta monetaria por una vía indirecta (otros bancos centrales de países miembros), por lo tanto y en lo que respecta al señoreaje obtenido en su emisión, hay que repartirlo. En el ejemplo del turismo, los ciudadanos de los países que más visitan a España, traerán a España una parte de los billetes de su país y más tarde -para el Banco de España- enviarán la parte correspondiente a los billetes censados con ese origen del señoreaje ahora están aquí. Ya a primera vista se adivina que proviene de los tiempos del feudalismo, en los que el señor feudal emitía moneda con mayor valor nominal que real y encima te lo cambiaba por tus servicios y bienes. Lo que casi representaba que se lo entregabas por nada ya que después debías pagar impuestos.
En los momentos en los que se ha seguido el patrón oro, el señoreaje (diferencia entre el valor nominal del billetes o monedas y su valor intrínseco o de fabricación) era nulo o muy bajo, pero siempre se ha innovado al respecto, emitiendo billetes de forma muy superior a la disponibilidad real de esos metales o impidiendo la convertibilidad por ley.
Hay que añadir que el BCE, a pesar de los ingresos por señoreaje y la rentabilidad de los activos que compran, en ciertas circunstancias no tiene beneficios. Su misión es otra -la estabilidad monetaria- y pone sus recursos en pos de ese objetivo, aunque no siempre lo consigue, ya que el dinero no mantiene su valor real.