
El tema de los aranceles americanos es muy preocupante. Los gobiernos autonómicos quieren compensar a los sectores que se puedan ver afectados y no sé por qué, cuando otras empresas van mal por otras causas se buscan la vida y nadie les ayuda, son cosas de ser empresario: tu te lo llevas cuando el mercado está de cara y tú te lo pagas cuando el mercado te da la espalda. Pero, la cuestión que tratamos hoy es otra que puede ayudar a este tema y es que -en 1783- realizamos entregamos una ayuda a los proto Estados Unidos para que pudieran conseguir su independencia de Inglaterra, que era nuestro enemigo habitual, y el de Francia, que era nuestro aliado en esa época, pero a día de hoy todavía no nos han devuelto el préstamo y esa deuda debe ser actualizada a la fecha, con lo que los números son de órdago. Vamos a los detalles, a ver si estamos haciendo el tonto y no tendríamos ni que pagar el IRPF por estar en un país rico.
En la Guerra de la Independencia de Estados Unidos, los rebeldes necesitaban mucho dinero para poder hacer frente al Imperio Británico con cierta garantía. Por el amor que sentíamos por Inglaterra y siendo nosotros un imperio también, ejecutamos una gran ayuda a los americanos alzados para lograr su independencia. Dinero, armas, pólvora, uniformes y suministros, fueron facilitados indirectamente a los insurgentes que, a través de Lousiana -entonces española-, organizados por Bernardo de Gálvez y la familia Gardoqui de Bilbao como intermediario.
Si nos centramos en la parte dineraria, el conocido como Préstamo de La Habana (Havana Loan) financió las tropas de Washington que asediaban Yorktown. 500.000 pesos fueron enviados a Virginia con este propósito y que eran fruto de una colecta realizada en Cuba. Este préstamo no fue devuelto jamás, habiendo sido clave en el resultado de la guerra.
Bueno, ¿cuándo reclamamos la devolución de toda esa ayuda o al menos del préstamo de Cuba? Nunca, porque somos así, ayudamos a ganar una guerra sin contrapartidas. Si hubieran sido alguno del resto de implicados (EE.UU., Francia o Inglaterra) seguro que lo hubieran dejado atado y bien atado, pero nosotros somos unos señores y no nos vamos a poner a la altura del albero pidiendo la devolución del dinero prestado, de los intereses ya ni comentarlo. Ni siquiera nos dieron las gracias los americanos, con haber fastidiado a nuestro competidor británico ya era suficiente, debieron pensar. Luego nos llaman «Quijotes», no sé por qué será.
Algunas fuentes sugieren que, la deuda ajustada por la inflación y otros factores económicos, ascendería a cifras muy grandes. ¡Claro que las voy a dar, hombre! Los intentos de valoración hablan de una deuda que superaría los 12 billones de euros, en otros casos -igual de serios pero más comedidos- la enmarcan en el rango de los 3 billones de dólares, billones de los nuestros (millón de millones) no como los de los americanos (mil millones). ¿Qué les parece? Tantos años trabajando y resulta que éramos ricos, muy ricos. Fíjense que el dinero movilizado para contrarrestar los efectos de la pandemia para toda la Unión Europea fue de 3 billones de euros. Bueno, no importa que nunca lo hayamos pedido o que nunca nos lo hayan reconocido, yo lo quiero y supongo que ustedes también. Aunque, claro, a ver si sí que nos lo devolvieron pero no nos han dicho nada, que tampoco me extrañaría nada.
Desde 1783 han pasado muchos años y ya está bien que nosotros no somos el FMI y, encima, nos quieren poner aranceles, ¡pero esto qué es! Encima, después nos largan de todos los lugares en los que estábamos. El 2014, el Congreso de los Estados Unidos nombró Ciudadano Honorario de los Estados Unidos (como Churchill o Lafayette y cinco más) a Bernardo de Gálvez, pero no, eso no es suficiente. Os damos un plazo y si no os envíanos al guipuzcoano Blas de Lezo que tiene poca paciencia.
Lo dicho, podemos arreglarlo, pero olvidaros de haceros los locos. ¡Mira, os lo cambiamos por California y Tejas y pelillos a la mar! No me extraña que el símbolo del dólar sea una modificación de las Columnas de Hércules con la leyenda «Non Plus Ultra» formando la S barrada con las dos columnas. Como alternativa, podemos dejar los aranceles a cero y listo.
Este post es una pequeña broma, pero está basada en hechos reales y demuestran cómo afrontan los países sus diferentes situaciones.