Deuda pública, Gasto Fiscal, Modern Monetary Theory - MMT, Política fiscal, Política monetaria

¿Se puede crear un estado de opinión que genere por sí mismo inflación?

¡No le quepa ninguna duda! Se trataría de sembrar una expectativa razonable de aumento de precios y esperar a que muchos fijadores de precios la secunden por su propio interés particular. Basta recordar que la subida de precio del aceite de oliva ha generado una subida de precios inducida en otros productos que subieron los precios sin causa real aprovechando la sensación de alza de precios justificada, que no lo era ni por la sequía siquiera. En los últimos tres años, los precios de los alimentos han subido un 28% en España. En los bares se ha difundido la creencia de que las cervezas deben acercarse al precio de la cerveza en el Reino Unido y como la pólvora, han subido incluso a niveles superiores que en el resto de Europa, sobre todo en las grandes ciudades. Lo mismo podríamos decir de otros sectores que como en el inmobiliario, el boca a boca iguala la oferta porque nadie quiere ser menos que otro que alquiló o vendió una vivienda similar por una cantidad de dinero considerable. ¿Qué parte de ese aumento es debido a una mayor liquidez en el mercado? Yo diría que poca, aunque en un caso extremo, si no hay el suficiente dinero en el mercado no se pagaría un precio superior aunque sea facilitado por un precio del dinero bajo, pero también existen los ahorros y el amor al gasto o al lujo. La inflación puede tener muchos padres y varias combinaciones entre ellos.

Las expectativas de inflación es una de las causas principales de inflación, conjuntamente con la escasez o exceso de demanda y no todos los productos o servicios requieren de un buen flujo de liquidez para ser más demandados. Hay bares que los sábados o domingos cobran un euro más por sus productos por el simple de hecho de que son más demandados que los días laborables y con cierta rotación, el aumento de ingresos no es baladí. Muchas fábricas, cuando alcanzan su límite de capacidad productiva provocan unos plazos de entrega que a veces generan mala sensación en los clientes también suben los precios para aligerar la demanda y ganando más. Esta ha sido una recomendación que he hecho a mis clientes en multitud de ocasiones con gran éxito de resultados. Si quererlo y modestamente, he sido un agente creador de inflación aunque, en realidad, de aumento de precios, porque la inflación es la pérdida de valor del dinero que se manifiesta con subidas en los precios para ajustar de nuevo el valor del bien. Este no era el caso.

Entonces, igual que se puede crear un estado de opinión que lleve a mucha gente a comprar empresas «.com» sin pruebas reales de su conveniencia o vender las acciones que poseemos por informaciones concretas o generales sobre la bolsa que hablan de una caída considerable, se puede crear un estado de opinión generalizado que aumente las expectativas de los fijadores de precios y se refleje en el precio final liberando su efecto por toda la cadena de valor tanto aguas arriba como hacia el cliente final, sin que ninguna emisión de dinero reciente o pasada haya provocado ese movimiento por pérdida del valor del dinero.

La inflación de segunda vuelta y sucesivas, hasta casi -o sin casi- entrar en una espiral inflacionista, es un proceso frecuente y peligroso, pero yo diría que en este último caso no ha sido importante, basta con ver los salarios. Lo que creo es que muchos proveedores han aprovechado un estado de opinión que parecía explicar la inflación para recuperar los márgenes que habían perdido con las dos últimas crisis.

Si la inflación es el monstruo que nos está complicando la vida, dejemos negro sobre blanco sus verdaderas causas, su dinámica, los colaterales que conlleva y qué la provocan, así como los autores en cualquiera de sus orígenes. Lo peor es cuando se habla de causas sin mayor explicación y datos, porque a partir de ahí se pueden crear estados de opinión manipulados.

Por último, pase lo que pase, nunca hay que controlar los precios o el sistema de precios se va a la porra y el remedio es peor que la enfermedad. Hay otras formas de evitar abusadores de precios sin causa, están en la mano de los compradores y su comportamiento al respecto.

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