
Si Mario Draghi y Roubini dejan caer que habrá que echarle un vistazo a la Teoría Monetaria Moderna ante diferentes retos próximos que pueden presentarse con origen en el tema climático, en la pobreza extrema que haga las calles insufribles, de nuevas pandemias y con las consiguientes crisis financieras de las causas anteriores; es que ya hace tiempo que el tema está en marcha. Si un nuevo «incendio» cerca al mundo habrá que tomar medidas drásticas como las que se tomaron, pero corregidas y aumentadas para el momento y para los años siguientes.
No quería aludir a una posible guerra más globalizada que la de Ucrania, pero por el nivel de refuerzo de las fuerzas armadas de todo el mundo, amaga con ello. Ojalá que no la veamos nunca jamás.
Hay que hacer de la TMM un recurso agnóstico para que sea utilizada por todos cuando sea necesaria, sin descartar que el helicóptero tenga que despegar también. Si miramos los millones de dólares que la Reserva Federal ha utilizado para relanzar la economía tras la pandemia o la cantidad que para el mismo propósito por parte de la UE – BCE, ya vamos viendo que todas las restricciones insalvables que nos decían se las han saltado sin problemas y de momento no ha pasado nada, bueno, un aumento de inflación y deuda que dicen -todavía- controlable.
No obstante, si el déficit y la deuda se van acumulando, se planteará un nuevo Finisterre y ya veremos si es traspasable o no. Mantener la deuda a raya nos permitiría -sin límites cercanos- acometer esas nuevas situaciones comprometidas. Matizar que cuando hablamos de deuda, lo hacemos desde el punto de vista tanto pública como privada. Estando esta última más comedida tras las últimas crisis, no así la pública. Por lo que parece, la política monetaria está en sus estertores y dando paso a la política fiscal en solitario.

La política de Quantitative easing – Flexibilización cuantitativa y crediticia (comprar deuda pública a modo de inversión por parte de un banco central) que ha practicado la UE bajo el mandato de Draghi y siguientes, ya ha rendido su aportación al relanzamiento de la economía, pero -aunque siga ahora- probablemente ya no servirá para el siguiente cataclismo o eso parece y por eso se apuntan a nuevos formatos.
Un aumento del déficit fiscal financiado mediante su monetización será inevitable. Una de las propuestas, la TMM, apunta que cuando hay capacidad económica ociosa, la monetización de un aumento permanente del déficit fiscal es sostenible, porque no hay riesgo de inflación descontrolada. Ahí está su punto débil a controlar. Como hemos dicho, hay otras posibilidades, como transferir efectivo en forma directa a los consumidores con déficit fiscal financiado por el banco central, el famoso helicóptero. Al final, todo es lo mismo: que el banco central monetice un aumento del déficit fiscal para estimular la demanda agregada en caso de recesión, cosa que era tabú.
En definitiva, que a la siguiente recesión -o tal vez desaceleración- se alentarán políticas más innovadoras y heterodoxas aunque hayan sido criticadas con anterioridad. Como dice el refrán: «A la fuerza ahorcan…»