
Javier Milei, el presidente argentino, tiene cuatro perros: Milton, Murray, Robert y Lucas (por Milton Friedman, Murray Rothbard y Robert Lucas. que hace doblete perruno). Milei les puso esos nombres porque estos tres economistas constituyen la esencia de esa mezcla de siglas que son los monetaristas radicales, neoliberales, libertarios, anarcocapitalistas o paleolibertarios y algunos de la Nueva Economía Clásica. Friedman y Rothbard son más conocidos fuera del ámbito económico, pero Lucas es muy reconocido en el mundo económico -no en balde es premio Nobel- por su desarrollo de la teoría de las expectativas racionales (propuesta por John F. Muth y desarrollada por Lucas y Thomas Sargent), la teoría del crecimiento endógeno y los ciclos económicos, entre otras, aunque la principal fue la teoría de las expectativas racionales y el modelo de crecimiento (¿será por eso que Milei dice ser un experto en crecimiento, con y sin dinero? Aunque sin dólares parece que no sabe cómo conseguirlo). En los modelos económicos, lo primero que hay que determinar es quién es el agente económico y Lucas, al definirlo, aclaró que los individuos toman decisiones económicas utilizando toda la información disponible, formando expectativas de manera racional para predecir el futuro, lo que influye en su comportamiento; y que las políticas que no tienen en cuenta esto sean ineficaces o cambien con el tiempo. Robert Lucas no es austriaco, ni libertario como Rothbard, pero los tres comparten un rechazo a la intervención estatal y a los modelos keynesianos. Los tres piensan que la inflación y deflación son un fenómeno monetario, están empeñados en no facilitar dinero al mercado. Es normal, si tú lo tienes cuanto menos haya en el mercado mejor para ti. El dinero es a la economía lo que el azúcar al cerebro, tanto por defecto como por exceso. Lucas es un componente capital de la Nueva Economía Clásica.
En el mundo económico hay dos bandos, los que están al lado de la oferta y la política monetaria y, los que lo están en el lado de la demanda y la política fiscal, En esta lucha llevamos ya casi un siglo, hay terceras vías pero es complicada la racionalización de los planteamientos. Si yo fuera un decisor macroeconómico, me gustaría tener todas las herramientas a mi alcance para decidir en cada momento lo que tengo que aplicar, sin dogmas. Es la clásica caja de herramienta y allí caben desde el berbiquí más primoroso a la masa más destructora, alguna será la medida titular y otras las de reserva, así como otras que no se utilizarán nunca y se guardan para momentos clave y extremos. El ser humano y su errático comportamiento obligan a estar siempre en movimiento y no estar casado con una ruta fija o te acabas quemando.
Uno de los puntos en los que han estado de acuerdo, la neutralidad a largo plazo del dinero, proporciona una explicación de la correlación entre producción e inflación, representada por la curva de Phillips, explicación muy bien rematada (a modo del fútbol) por Friedman a centro de Lucas, ahora se cuestiona la neutralidad de la moneda. Curiosamente, ese cuestionamiento se ha construido utilizando las técnicas de quienes la defendían. En definitiva, la unión del trío dadivoso, viene por estar contra Keynes y su visión, más que de las coincidencias de sus ideas. Aunque Friedman y Lucas coinciden en las ideas monetaristas.
Una aclaración sobre la neutralidad del dinero para su mejor comprensión, porque es un tema importante y línea de debate de las escuelas de pensamiento. La característica de neutralidad es porque ante un aumento de la cantidad de dinero, todo sigue igual excepto los precios. Con un ejemplo: Si hoy tienes 10€ y un café vale 1€ y mañana el banco central duplica el dinero en circulación, la resultante sería que ahora tienes 20€, pero el café vale 2€. Es decir, que puedes comprar lo mismo que antes, de ahí que se hable de neutralidad. Luego más dinero no significa más riqueza real, solo más cifras en la misma operación.
Pero las circunstancias en las que se da esa neutralidad del dinero, son: si los precios y salarios se ajustan al instante; si todo el mundo sabe lo que pasa y actúa en consecuencia y, si la economía ya está usando todos sus recursos (pleno empleo). En este escenario, inyectar más dinero en el mercado no cambia la producción ni el empleo, solo los precios. En la vida real, nunca es neutral y afecta a la producción, empleo, inversión y distribución de la riqueza.
Aunque no se pueda decir -sin cierta ligereza y poca rigurosidad- que el dinero en el mercado siempre es bueno, la experiencia histórica muestra que el dinero sí afecta a la economía real: producción, empleo, inversión, deuda y distribución de riqueza. Siendo rigurosos, habría que decir que el efecto positivo depende de cuándo y cómo se inyecta el dinero en el mercado.

La teoría del derrame o del goteo no es nueva, ya fue fuertemente criticada por William Jennings Bryan en 1896. Muchos años después, los tres economistas (sí, los tres que dan nombre a los perros de Milei) ligaron la mezcla con la ayuda de Ayn Rand que la acabó de trabar, usándola en abundancia en la política económica norteamericana y también en Europa. Antes de seguir, hay que explicar de qué va esa teoría: el resumen de la idea que está soportándola es que las rebajas fiscales y otros tipos de ayudas a las corporaciones y a las grandes fortunas, acabarán beneficiando al conjunto de la sociedad. No quieren que se inyecte dinero en el mercado, pero si ese dinero va a los de mayor renta es otra cosa. Se supone que estas grandes corporaciones e individuos de gran fortuna están en condiciones perfectas para que ese dinero ahorrado en impuestos o dinero recibido por ayudas, sea invertido a corto y genere crecimiento y por lo tanto empleo. Si la realidad fuese de este modo, pues se conseguiría un derrame, un goteo, una filtración a toda la sociedad, ¿pero, es así realmente?
No existen pruebas empíricas que la respalden, es más, los análisis dicen lo contrario. El máximo efecto se consigue cuando se inyecta dinero a la clase media debido a su Propensión Marginal al Consumo, obteniendo con seguridad que pasa rápidamente al mercado: si se entregan 3.000€ a una familia de clase media, inmediatamente la pondrá en el mercado local a lo largo de 4, 5 ó 6 meses. Si entregas un millón de euros a una gran fortuna o le rebajan los impuestos por esa cantidad, lo llevará a la empresa que le gestiona el patrimonio y, en la práctica, una gran parte va a activos financieros con escaso efecto en la demanda real. Si lo destinan a inversión productiva (nuevas empresas, tecnología), podría tener impacto, pero la financiarización lleva al dinero hacia otros derroteros.
Las rentas más bajas y las más altas, ya tienen quien las defienda, ahora nos toca a la clase media y a las pymes para la financiación de proyectos clave o apalancarse y el primer paso es saber quién quiere perjudicarnos.
Como conclusión, que los pilares de Milei y los de otros muchos correligionarios de las teorías libertarias, están sobrepasados por el tiempo y por la realidad. Esos supuestos están junto a Conan, el perro de Milei original del que los actuales fueron clonados: en el limbo perruno.