Dinero

La Morcilla de Burgos y la intervención del Estado (licencia de verano)

Los seres humanos tenemos un sesgo cognitivo que nos lleva a apoyarnos en un doble criterio sobre la misma cuestión en función de si su aplicación nos beneficia o nos perjudica, ¿recuerdan aquel dicho sobre la redistribución de la riqueza en el que uno quería repartir todos los bienes cuyo propietario tuviera más de uno, excepto las bicicletas porque él tenía varias? Pues eso.
Desde hace algunos años se han sucedido diferentes denuncias, multas y sentencias alrededor de abusos y excesos en el mal uso del nombre y/o de la venta como Morcilla de Burgos lo que no era, bajo las condiciones de la Denominación de origen y la actuación del Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida (IGP). Las multas han sido importantes y hay otras en camino más importantes todavía… Pero no, no les voy a hablar de ese gran producto conocido y disfrutado por todos los amantes del buen yantar y de la cocina castellana. De lo que quiero hablarles es del análisis de las reglamentaciones que el propio Estado o los organismos licenciados para cuidar el mejor, veraz y seguro consumo de los productos alimentarios. Esperen a que desarrolle un poco, que voy a dar un giro en la trama de este post.

Normalmente, son los empresarios fabricantes, criadores, cultivadores o elaboradores de un alimento concreto y circunscrito a una zona geográfica los que reclaman el derecho y protección a denominarse de una forma concreta y así evitar la competencia que no cumple con unos requisitos técnicos, de calidad, de elaboración o de geografía. Los empresarios seguro que lo creen justo y seguro que lo es porque va en defensa del consumidor. Yo me pregunto si entre esos empresarios hay algún libertario o anarcocapitalista contrario a cualquier intervención del Estado y claramente a favor del libre mercado y -por lo tanto- de la libre competencia. En caso afirmativo, seguro que no se ha dado cuenta que lo que solicitó y apoyó en su momento era la intervención del Estado en pos de la defensa del consumidor de la Morcilla de Burgos auténtica y que si no existiera ésta, cualquiera desde el Norte hasta el Sur y del Este al Oeste de la península, podría elaborar Morcillas de Burgos tal como en cualquier casa podemos hacer cocido madrileño o en casa del ficticio empresario pueden hacer una paella valenciana o un pote gallego cuando le apetezca. Sí, ya sé que la D.O. es otra cosa, las denominaciones de origen se aplican a productos, no a recetas; pero no planteo nada sobre el derecho a mantener la autenticidad de las cosas, sino del posible doble criterio con el que tomamos decisiones, es decir, que si la intervención del Estado y derivados me favorecen -con razón o sin ella- bienvenido sea el Estado estrangulador y, si me perjudica, que venga Murray Rothbard -que cuestionaba los derechos de autor (Por cierto, ¿sus libros llevarán copyright?)- a liberarme del yugo esclavizador del Estado. Necesitamos una voz de la conciencia personal que nos susurre al oído algo así como: «Eso no puedes decirlo si hace tres días dijiste lo contrario…»

El Estado es necesario y lo es para que intervenga en la sociedad y en la economía para el aseguramiento de nuestro transito por este mundo sea diferente a lo que sufrieron los conquistadores del salvaje Oeste americano, en el que -por cierto- lo primero que se estableció para poder vivir allí fue el orden mediante un sheriff y un juez. Después llegaron el médico y la maestra de escuela; el enterrador, el tendero y el dueño del salón, fueron por su cuenta. Lo cual no legitima que existan estados excesivamente intervencionistas que quieren decirnos cómo debemos vivir y morir, pero eso es lo que pasa también en las empresas, hay managers intermedios, directivos y dueños con los que creces y otros con los que te tienes que marchar para poder crecer. Hay Administraciones más intervencionistas, otras que lo son menos y también están las que dicen que no hay que intervenir pero no paran de hacerlo.

Libertarios, anarcocapitalistas, intervencionistas marxistas, comunistas de toda la vida y demás extremos de la distribución Normal de la querencia a decir cómo ha de vivir la gente, tenéis que ser coherentes con vuestras actuaciones y las opiniones que emitís para mantener siempre y en todo lugar (¿Dónde he escuchado yo antes esta «letanía»?) el mismo criterio y no defender o atacar según os favorece o perjudica la situación. En el centro está la virtud y la media es liberal.

¡Viva la Morcilla de Burgos auténtica! Y que sea la antesala de un tierno cordero asado, un buen vino y con frío en la calle. ¡Vive y deja vivir, esa es la cuestión!

¡Hola, 👋
suscríbete a nuestro blog!

Regístrate para recibir nuestro post semanal en tu bandeja de entrada. Puedes borrarte cuando quieras

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.