Déficit fiscal, Dinero, Economistas, Emisión monetaria, Endeudamiento, Escuela de pensamiento económico, Inflación- Deflación, MMT - Modern Monetary Theory, Política económica, Política fiscal, Política monetaria, Sistema Monetario

En las economías modernas, la inversión no depende del ahorro previo

Comprendo que algunos sigan diciendo lo clásico ortodoxo, yo también lo he dicho en algún momento, pero me faltaba leer más. Es un buen remedio para todo aquel neófito que quiera escribir por ahí como si fuera un economista del Banco de Inglaterra cuando apenas ha salido del cascaron de la facultad. En las las economías modernas, especialmente las monetarias con sistemas financieros desarrollados, la inversión no depende del ahorro, pero siempre hay que decir que en economía cuando se asegura un efecto de forma inmutable tienes todos los números para que te toque la rifa del error. El ahorro siempre será conveniente, pero en estos tiempos es complicado hacerlo con los salarios normales. Vamos a desarrollar la afirmación para que veamos los términos del debate y sus posibles variables. Quede claro que si se ahorra siempre se puede derivar esa variable flujo a inversión -otra variable flujo en esta situación, ya que ambas también tratadas como variable stock, pero no ahora-, pero también decíamos que ese ahorro lo convertíamos en un depósito bancario y éste en un préstamo que facilitaba la inversión y, eso es absolutamente falso, puesto que los bancos comerciales lo hacen al revés: conceden un préstamo y posteriormente crean el depósito y, todo ello de la nada, sin requerir que tu dinero les llegue previamente.

En la economía clásica y neoclásica, se veía al ahorro como una condición necesaria para la inversión: alguien evita el consumo para estocar recursos que otro utilizará para invertir, pero en las economías modernas con moneda fiduciaria y sistemas bancarios desarrollados, la inversión no depende directamente del ahorro previo, sino de factores como la demanda esperada, las tasas de interés, la confianza empresarial y la disponibilidad de financiación.

La prueba es que el instrumento estrella desde 2008 y antes en Japón, son los QEs (ya veremos lo que pasa cuando se aplique un QT, si son con la misma intensidad que en momento expansivo), con el objetivo de bajar el coste de financiación a largo plazo, para que aparezca la inversión y genere crecimiento y por lo tanto PIB.

Como ya he comentado al final del primer párrafo, los bancos crean los préstamos sin depósitos, no necesitan ahorro. El proceso ahorro-inversión justo al revés: la inversión financiada por crédito genera ingresos, que a su vez generan ahorro. La inversión precede al ahorro. Esto no es nuevo, Keynes sostenía que el ahorro es una consecuencia, no una causa, de la inversión. En su modelo, lo que mueve la economía es la demanda agregada (incluida la inversión empresarial), y el ahorro es lo que queda del ingreso una vez se ha efectuado la variable consumo. Es decir, se determina a posteriori como resultado de la operación comentada, así que: la inversión genera ingresos, y luego, según cuánto consuman los hogares, resulta el ahorro. Luego el ahorro no puede ser causa de la inversión.

Keynes, redondeaba esa relación del Ingreso/Consumo/Ahorro con su famoso multiplicador que era un «ajustador mágico» que llegaba donde la lógica económica no llegaba a explicarlo todo, pero hay que atender que -siguiendo su forma de ser y la situación de aquel momento- aportó un modelo que sirvió para guiar a la economía basándose en modelos de equilibrio parcial y en economías cerradas. Posteriormente, sus seguidores -dentro de diversas tendencias y grupos de pensamiento- han seguido sus fundamentos aunque seguro que John Maynard Keynes estaría en desacuerdo con bastantes de ellos. Hoy en día, estoy absolutamente seguro que aportaría claves diferentes, no obstante mantendría su sentido respecto a la obligación de cualquier economista -aunque el fuera un matemático/estadístico- que es eliminar la pobreza. Keynes fue un pensador con un enfoque adaptativo y pragmático frente a lo desconocido, frecuentemente hablaba de la incertidumbre económica que los modelos actuales todavía no disipan. Con su famosa frase de «Dentro de cien años estaremos todos muertos», estaba declarando que -en el futuro- ya veremos qué nos hace falta, pero que el corto plazo elimina cierta parte de la incertidumbre y permite modelizar más fácilmente. Lo bien cierto es que en 1973 quedó relegado a la historia económica y cuando llego la deflación, muchos recordaron que su modelo funcionaba bien para gestionar la inflación y, por lo tanto, también para la deflación. La vuelta del maestro se había producido y con él su pensamiento ahora actualizado a nuestros días en la práctica de los bancos centrales.

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